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María Fernanda Cabal, la historia del fenómeno político del momento

Tras 15 horas de reuniones, discursos, fotografías, abrazos y conversatorios virtuales, María Fernanda Cabal toma un respiro. Se comunica con su apartamento en Bogotá, verifica que todo esté en orden y, por fin, va a su cama, en la que intenta conciliar el sueño y amanecer lúcida para responder a otra escalada de entrevistas radiales en Cali, la ciudad de donde es oriunda y que ha recorrido durante la semana. Su agudeza y firmeza para denunciar el vandalismo durante el paro, sus ácidas críticas contra la izquierda y la fuerza con que dice lo que muchos no se atreven la convirtieron en el fenómeno político del momento en Colombia.

En Barranquilla y Cartagena, donde pretendía conquistar apoyos para retornar nuevamente al Senado, ciudadanos desconocidos le pidieron que postulara su nombre a la presidencia. A ella le quedó sonando la idea, y al otro día, en una entrevista radial, no descartó una precandidatura. Desde entonces, su nombre empezó a sonar.

Su campaña resultó tan atractiva para la prensa y la propia militancia del Centro Democrático que se ganó el respaldo del expresidente Álvaro Uribe, a quien le entusiasma la forma como Cabal defiende sus ideales. La apoya, la invita a su finca y hasta la aconseja sobre su discurso político. “Gústele a quien le guste, María Fernanda Cabal es un fenómeno político”, aseguró el exembajador Francisco Santos.

El peso de su campaña es tal que puede destronar la precandidatura de Óscar Iván Zuluaga, su amigo. Al menos, despierta más pasiones y, en la más reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría para SEMANA, obtuvo más intención de voto.

La vida –reconoce la senadora– le cambió. Duerme menos, madruga más y debe mezclar la campaña política con su papel en el Senado, sin descuidar el rol de madre y esposa, aunque José Félix Lafaurie, su cónyuge, tiene el control del hogar, mientras ella está ausente. Al menos, él ejerce autoridad, pues ella, contrario a lo que muchos creen, es tranquila, complaciente y compinche de sus hijos. Denisse y Luisa, sus dos hijas mujeres, la criticaban hasta hace unos años por algunos de sus comentarios “hasta cuando conocieron cómo es la mamertería. Yo le dije a una de ellas: ‘Ojo con los mamertos, porque hablan paja y no cumplen horario’”.

José Félix Lafaurie y María Fernanda Cabal, casados hace casi treinta años.José Félix Lafaurie y María Fernanda Cabal, casados hace casi treinta años. – Foto: SEMANA

No pisa la calle sin que el peluquero retoque su abundante cabello, que luce en cada fotografía, al menos cuando tiene eventos públicos o encuentros físicos con la prensa. Por fortuna aprendió a maquillarse y no lo hace mal. “Es culpa de mi mamá”. Amparo Molina, su madre, es una artista caleña y pintora de azulejos españoles, de 81 años, y fue quien le enseñó el culto por la belleza. A los 16 años le decía: “Mija, arréglate que la naturaleza no es tan pródiga”. A los 21, cuando Cabal fue ingresada de urgencia a una clínica en Cali por un asunto estomacal, Amparo entraba en las mañanas hasta su cuarto y empezaba a delinear los ojos y a maquillar los labios de su hija, tendida en una cama. “Estás muy pálida”, le decía. Cabal resistió una cirugía de colon que duró siete horas.

Amparo Molina y María Fernanda, en sus brazos. La madre enseñó a la hija el culto por la belleza.Amparo Molina y María Fernanda, en sus brazos. La madre enseñó a la hija el culto por la belleza. – Foto: archivo particular

A sus 55 años, la senadora ya no tiene privacidad. Recientemente, las autoridades incautaron dos computadores del ELN y las disidencias de las Farc que tenían reseñada a la precandidata, sus hijos, las direcciones de sus hogares, entre otros detalles. La seguridad se reforzó, y ella aprendió a vivir sin la libertad de permanecer en una esquina dialogando con líderes e incluso sus amigas. Pero aprendió a vivir así. Y se desahoga cuando tiene al público al frente, lo mira a los ojos y les habla de los mamertos y la mamertería en Colombia.

Cabal no tiene filtros, no maquilla sus palabras, y eso gusta. La extrema izquierda la odia y ella se divierte. Conserva una cuenta en las redes sociales que denominó “La reina de los memes”, en la que mantiene expuestas decenas de caricaturas en su contra. “Guardo todo, porque finalmente la izquierda y los enemigos terminan haciéndole un favor a uno”, confiesa. “Nunca me olvidaré de una caricatura mía como bruja en Halloween. La hizo Voz Proletaria, me pusieron a volar en una escoba con unas nalgas gigantes, que dije: ‘Esto no puede ser verdad’”, narra, en medio de un ataque de risa.

Cabal no es como la pintan. Es divertida, hincha del América –conserva la boleta de la primera estrella el 19 de diciembre de 1979 cuando marcaron Alfonso Cañón y Víctor Lugo, como lo recuerda–, tiene un humor fino y, a la vez, mordaz y, claro, es provocadora. “Tengo un humor tan sensacional que me hace meter en problemas. Soy mucho más relajada y bacana de lo que la gente cree”, cuenta.

Le encanta fastidiar a la izquierda. Gustavo Bolívar anunció que crearía el Premio Carroña, y Cabal, que jamás se queda callada, le respondió con la creación del Premio al Mamerto del Año. Y lo cumplió. El mamerto escondido, el doble vida, el internacional, el ‘de-generado’ porque va de generación en generación fueron algunas de sus categorías. Gustavo Petro, Gustavo Bolívar e Iván Cepeda alcanzaron a estar entre los finalistas, pero el premio finalmente no se entregó. “Me ha tocado enfrentar tanta mamertería en debates que uno dice ‘esto no es posible’, porque es como una plaga”, afirma.

El país tiene una imagen distorsionada sobre Cabal. La han llamado bruta, pero está lejos de serlo. Es leída, argumentada, no huye frente a un ataque, un insulto o una crítica de un periodista que vaya en contra de sus ideales. Siempre tiene una respuesta, una salida, un dato, la cifra y el contexto histórico de lo que asegura. “Tiene un hilo conductor de sus ideas, admirable”, dice José Félix, su esposo.

Es de derecha y no lo esconde. Defiende sus principios a capa y espada, en ocasiones en tono sarcástico, con cierto aire de tranquilidad y sin salirse de la ropa. Esa es una de sus ventajas. “Soy capitalista, conservadora con ideas liberales, en el sentido de que me gusta conservar las instituciones republicanas, me gusta la familia, el respeto por las creencias religiosas, cada quien tiene derecho a sentirse feliz; me gusta que la gente sea propietaria, dueña de algo, quien es dueño de algo lo cuida. Si no hay propiedad privada, no hay civilización”, argumenta.

Es católica pero no moralista, es poco de misas y santos, aunque conserva las imágenes de san Benito protector entre sus reliquias. Respeta a los curas, pero los ha enfrentado. Ni siquiera los jesuitas, que orientan en la Universidad Javeriana, donde estudia Juan José, uno de sus hijos, se salvaron de sus críticas porque apoyaron a la primera línea. En abril pasado, en medio del paro, los llamó comunistas. “Curas malévolos que enaltecen la violencia como forma de lucha”, les dijo.

Cabal –resume su esposo– es coherente, con carácter, dueña de sí misma, no es influenciable y no cambia su postura para no enfrentarse a los demás. Entre abril y mayo, cuando la Policía se convirtió en una de las instituciones más desprestigiadas por su papel frente al vandalismo, Cabal defendió a la fuerza pública y emprendió una campaña para apoyar jurídicamente a los uniformados golpeados por los delincuentes. “Par de víboras”, les gritó a sus colegas María José Pizarro y Ángela María Robledo, cuando sacaron a la fuerza pública del recinto de sesiones del Congreso durante el debate de moción de censura al ministro de Defensa, Diego Molano.

Pese a formar parte del partido de Gobierno, María Fernanda ha sido crítica de algunas de las políticas de Iván Duque, aunque reconoce que el presidente estuvo pendiente de su seguridad tras las amenazas. Tampoco le ha temblado la voz para asegurar que a sus colegas de bancada les ha faltado ser más “combativos” en la defensa de la derecha.

Cabal se disputará la precandidatura interna del Centro Democrático con Óscar Iván Zuluaga, pues los demás aspirantes seguramente irán tomando partido en las próximas semanas. La pelea no es fácil. Aunque el exministro de Hacienda congrega a la colectividad, la senadora despierta más de una pasión que podría poner en jaque a su contrincante.

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